Empuja la puerta

… Y ya estás allí

La finca Au milieu des fougères, es un cuadro de Ramiro Arrue, un poema de Verlaine, la tranquilidad y la simplicidad exquisita de todo un país en un solo lugar.

En primer lugar, está Sare con su lema desenfadado «Saran Astia», allí donde tenemos tiempo. Este pueblo «que es el corazón del País Vasco francés», como subrayaba Pierre Loti, gran novelista viajero, parece bañado por una luz mística de encanto único. 

Luego están las montañas de Axuria y del Rhune, salvajes y admirablemente adornadas de helechos, que muestran un paisaje orgulloso y magistral.

Por último, y sobre todo, está la casa, la finca Au milieu des fougères, «ihartze artea» en euskera. Magnífica granja “labourdine” del siglo XVII restaurada con pasión por Caroline y Franck Rigoux.

En la casa, cada espacio parece coger al visitante del brazo, hablarle, invitarlo a tomarse tiempo.
El parque arbolado, donde viven en armonía pinos piñoneros, plátaneros, viñas y bananos, así como las típicas hortensias florecidas de primavera a otoño, inspiran la abundancia y llevan alto y claro los colores del amor, la armonía y la paz, símbolo ideal de las bodas y los grandes eventos. 

El sol brilla a todas las horas del día, cambiando con sus trazos los ambientes como escenas de un cuadro en un degradado de amarillo, naranja y rosa.

La tranquilidad de unas vistas impresionantes de las montañas vascas, la piedra del Rhune que calienta el ambiente, la suavidad del roble, la piedra desnuda y el sisal, la decoración refinada, invitan a cerrar los ojos y a soñar. 

Imagina las partidas de pelota vasca, las bailarinas de fandango, el xistu, los cantos vascos. El fresco de la sala de recepción, corazón de la casa y joya del arte vasco, combina elegancia art-decó y neocubismo. La obra del pintor Gaspar Montes Iturrioz, producida en 1937 y de un valor patrimonial inestimable, le da a la propiedad un aura artística y festiva.